Vivimos por el aire que respiramos, pero no lo vemos
y olvidamos dar las gracias por el aliento que nos da vida.
Nuestros cuerpos están constituidos con elementos de tierra,
pero pocos reconocen la energía esencial de la Madre Tierra,
que estimula nuestra fortaleza física.
El agua mezcla nuestros sueños y sentimientos
en un sagrado y creativo impulso llamado voluntad,
pero pocos han aprendido a dominar la libertad o el flujo de la Creación.
Nuestros corazones contienen fuego, la Eterna Llama del Amor,
pero pocos han aprendido a utilizar esa luz para iluminar su camino.
Estos elementos nos permiten sentir
nuestra primaria naturaleza humana
y el potencial de nuestros espíritus,
que consideramos igualmente sagrados.
Por eso nos preguntamos:
- ¿Cómo podemos habernos desviado tanto de la sabiduría básica de la Madre Tierra y del Gran Misterio?
- ¿Se trataba simplemente de un juego de verdades?
- ¿O nuestros juicios intelectuales nos hicieron desdeñar las experiencias terrenales, como menos deseables que los conceptos espirituales?
Cuando la carne, la mente, el espíritu y la voluntad se encuentran dentro de una forma humana, es ¡la mejor Creación Divina!
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